La impaciencia comercial es uno de los errores más silenciosos… y más costosos.
No se ve.
No se oye.
Pero se siente.
Y si no sabes gestionarla, puede que estés saboteando tus propias ventas sin darte cuenta.
El error no está en la propuesta. Está en tu reloj.
Imagina que lanzas una propuesta de venta.
Te esfuerzas en hacerla clara, atractiva, estructurada.
La envías un martes a las 11:15. Y empiezas la cuenta atrás.
— “Seguro que me responden hoy por la tarde.”
— “Mañana como muy tarde.”
— “Esto está cerrado.”
Pero no hay respuesta.
Ni al día siguiente.
Ni al otro.
Ni a la semana siguiente.
Y entonces empieza la espiral:
👉 Relees la propuesta tres veces.
👉 Te preguntas si dijiste algo mal.
👉 Mandas un email corto, tímido: “¿Has podido verlo?”
Silencio.
No porque no les interese.
Sino porque están en otra zona horaria empresarial.
No todos toman decisiones a tu ritmo.
Entre que tu propuesta llega al responsable…
…ese responsable se la reenvía al de compras…
…el de compras pide comparativas…
…y justo coincide con un puente, una baja y un pico de trabajo…
Han pasado tres semanas.
Y tú ya te has rendido.
Has archivado el trato como “perdido”.
O peor aún: has mandado un seguimiento con tono necesitado.
Y ahí es donde lo matas.
Porque hay algo que huele más fuerte que un mal precio:
la urgencia mal disimulada.
La diferencia entre visibilidad y pesadez
Hacer seguimiento no es perseguir.
Recordar no es mendigar.
Y estar presente no significa ser invasivo.
El secreto está en entender que tú operas en una zona horaria…
…y tu cliente, en otra.
📍 Tú vives en la urgencia.
📍 Ellos, en la burocracia.
📍 Tú decides en horas.
📍 Ellos, en ciclos de aprobación.
Tu trabajo no es cambiar su ritmo.
Es adaptarte a él sin perder el tuyo.
Tres principios para no perder ventas por impaciencia
1. El seguimiento es estratégico, no emocional.
No se hace para “sentirse mejor”.
Se hace para estar en el radar sin estorbar.
Ejemplo: un email con contexto real (“Esta semana ayudamos a una empresa similar a la tuya a reducir en 43% su ciclo de ventas”) tiene más impacto que un simple “¿Qué tal lo ves?”.
2. El silencio no significa rechazo.
Significa “no ahora”.
O “falta una firma”.
O “estamos con mil cosas”.
La clave es no tomártelo como algo personal.
Tu propuesta no está siendo ignorada.
Está atrapada en un sistema más lento que el tuyo.
3. Reaparece con valor, no con súplica.
Cuando vuelvas a contactar, hazlo con estilo.
Comparte algo útil, un nuevo caso, una idea.
Haz que tu presencia sea bienvenida, no soportada.
El CRM que entiende estas zonas horarias
Aquí es donde un sistema como CRM SENCILLO marca la diferencia.
Porque no solo te recuerda a quién tienes que hacer seguimiento.
También te permite personalizar ese contacto, programarlo con inteligencia y medir su impacto.
No es lo mismo perseguir que acompañar.
Y si tu equipo aún gestiona las oportunidades en Excel o con mensajes de WhatsApp…
…estás midiendo tu embudo de ventas con un reloj de arena.
El 80% de las ventas no se cierran en la primera propuesta.
Pero sí pueden perderse en un mal seguimiento.
La solución no es enviar más mensajes.
Es enviar los adecuados, en el momento justo, con el tono correcto.
Y eso no se improvisa. Se gestiona.
Con criterio.
Con sistema.
Con CRM SENCILLO.
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