El verano es esa época del año donde muchos sueñan con desconectar. Playa, montaña, familia o simplemente no mirar el móvil durante una semana. Pero para demasiadas empresas, esas vacaciones soñadas acaban siendo una pesadilla. Porque no hay sistema. Y sin sistema, todo depende de personas. Personas que se van. Personas que no delegan. Personas que creen que lo tienen todo controlado... hasta que el barco se hunde.
Lo que pasa es que las decisiones se paralizan. Las oportunidades se pierden. Y los clientes sienten que no hay nadie al mando. En el mejor de los casos, se retrasan cosas. En el peor, pierdes una venta que no volverá. ¿Y todo por qué? Porque alguien no dejó claro qué estaba pendiente, con quién había que hablar, o en qué punto estaba una negociación. Y ese “alguien” puede ser cualquiera del equipo, desde el director comercial hasta el técnico que habla con el cliente cada semana.
Hay una falsa creencia de que el verano es “temporada baja” para muchas empresas. Pero eso ya no es verdad. En un mundo globalizado, las oportunidades no paran en julio ni en agosto. Y si tu equipo no tiene acceso a la información necesaria, alguien más (tu competencia) sí la tendrá.
Además, el coste no solo es económico. También es emocional. Volver de vacaciones con fuegos que apagar, con clientes enfadados o con reproches internos es la mejor manera de empezar mal la segunda mitad del año.
Una pyme industrial dejó sin cubrir a su responsable comercial durante 15 días. Nadie sabía que había un presupuesto pendiente de validación con un cliente importante. Ese cliente esperaba respuesta antes de irse también de vacaciones. Como no llegó, eligió otra opción. Perdieron 18.000 euros. Y lo supieron... cuando ya era tarde. ¿La causa? Todo estaba en el email personal del comercial. Nadie más lo sabía.
Un CRM no es solo para grandes empresas. De hecho, cuanto más pequeña es la empresa, más necesita orden, visibilidad y control. CRM SENCILLO permite que cualquier persona del equipo vea en qué estado está cada cliente, cada oportunidad y cada tarea. Y lo hace de forma clara, sin complicaciones ni curvas de aprendizaje.
Si alguien se va, otro puede seguir. Sin sustos. Sin improvisaciones. Sin “lo tenía en la cabeza”.
El problema es irse sin dejarlo todo bien delegado. El problema es confiar en la buena voluntad o en la memoria. El problema es no tener un sistema. Este verano, date el lujo de desconectar de verdad. Pero hazlo dejando tu empresa preparada para seguir rodando.
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