Un viernes cualquiera.
Un comercial se va.
Dice que está cansado. Que necesita un cambio. Que ha encontrado algo mejor.
Le deseas suerte.
Y el lunes siguiente… empieza el caos.
📌 Clientes que no renuevan.
📌 Propuestas que nadie sabe en qué punto están.
📌 Llamadas de contactos que te suenan… pero no sabes por qué.
Tu equipo se pone a revisar correos.
Agenda.
WhatsApp.
Papeles.
Mensajes sueltos en la nube.
Pero la realidad es esta: no tienes ni idea de lo que ese comercial llevaba entre manos.
Y ahora él trabaja en otra empresa.
Con tus exclientes.
El error silencioso: toda la información vivía en su cabeza
Durante meses, incluso años, ese comercial hizo su trabajo.
Llamó. Visitó. Cerró.
Y también improvisó, ocultó, y apuntó en su libreta personal cosas que solo él entendía.
Porque nadie le pidió otra cosa.
Y como vendía bien, se le perdonaba todo.
Hasta que se fue.
Y con él, te llevaste una lección:
tu empresa no tenía control.
Tenía dependencia.
¿Te suena alguna de estas frases?
“Solo él sabía cómo hablar con ese cliente.”
“Nunca compartía sus contactos, pero cerraba.”
“Tenía su manera de hacer las cosas.”
Todo eso suena bien… hasta que deja de sonar.
Porque cuando el sistema eres tú (o tu comercial estrella),
la empresa no es una empresa.
Es una extensión de la persona que se va.
El riesgo real: no es la persona que se va. Es lo que deja sin documentar
Cuando se va un vendedor, lo que realmente se pierde es:
📌 Seguimiento de oportunidades que estaban a punto de cerrar
📌 Relación con clientes que aún no firmaron pero estaban cerca
📌 Información clave de contextos, promesas y objeciones tratadas
📌 Historial de llamadas, reuniones y acuerdos
¿Y lo más grave?
La confianza.
Porque el cliente siente que tiene que empezar de cero contigo.
Y tú no sabes por dónde empezar con él.
¿Se puede evitar esta fuga de información comercial?
Sí.
Pero no con discursos.
Ni con motivación.
Ni con más reuniones.
Se evita con sistema.
Un sistema donde toda la actividad comercial quede registrada.
Donde los leads, los seguimientos y las oportunidades no estén en la cabeza de nadie, sino accesibles para quien lo necesite dentro del equipo.
Y eso no es un Excel.
Es un CRM.
¿Y si mi comercial estrella no quiere usar CRM?
Pregunta más peligrosa:
¿Y si mañana se va?
No se trata de controlarlo a él.
Se trata de proteger tu empresa.
Y si se niega a usar un sistema compartido, ya tienes la respuesta.
No quiere sumar.
Quiere reinar.
¿Qué debería registrar un buen CRM para evitar fugas?
✔️ Cada cliente potencial con su historial completo
✔️ Qué se habló, cuándo se habló y qué se prometió
✔️ Recordatorios automáticos para no perder oportunidades
✔️ Notas internas accesibles para todo el equipo comercial
✔️ Seguimiento visual de propuestas en curso
✔️ Actividades diarias de cada miembro del equipo
Eso no solo protege tu negocio.
También mejora el rendimiento general del equipo.
Porque si todos pueden ver lo que se está haciendo, todos pueden mejorar.
Conclusión: no se trata de desconfiar. Se trata de profesionalizar
Un CRM no es un castigo.
Es una herramienta de crecimiento.
Evita que tu empresa pierda clientes por un cambio de personal.
Te permite continuar sin empezar de cero cada vez.
Y sobre todo, demuestra que tu negocio no depende de una persona.
Sino de un sistema.
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